diciembre 20, 2005

El peso de mi máquina (texto de Sergio Coddou)*


La resaca no deja ver nada.
En esta hora violeta
con vocación de negrura
un recuento: lagañas, mal aliento
el párpado izquierdo
y las manos
en fase telúrica
La vida en ralentí
hace de las palabras
algo impronunciable
ilegible
Con estos ojos
es imposible leer los labios
que se confunden
con los rostros, las narices
Los globos oculares
desorbitados
en el espejo roto
configuran una imagen cubista
El dolor de cabeza
hiere el alma de los hombres
de buena voluntad
pero la voluntad es lo primero
que se pierde
y la cabeza ya nadie
la puede encontrar

Al caminar por estas calles
con el corazón abandonado
la resaca se aparece como un deja vú
de la tragedia minimalista
que protagonizas todos los días
en el cruel escenario de la almohada
Las causas y consecuencias
se trenzan a golpes
en una coreografía macabra
por el privilegio de torturarte
mientras las voluptuosas
modelos de cuerpos aceitados
te piden limosna
Pero tú eres el único mendigo
aquí, el dueño
de toda el hambre del mundo
el maestro de la miseria.

Cartílagos, sorbos del rocío
un espíritu adormecido
que levita ante los ojos
libidinosos que te ha injertado
la desvergüenza epicúrea
con que te has paseado
y deambulado por éstos,
los únicos callejones infernales.
Un mamotreto te pena.
Los mastodónticos martillos
con que aplastaslos aúreos jardines
de mármol y fierro
sirven también para alzar
un nuevo monumento.
Les jardins son el eco
meloso de tu vitalidad
la analogía del desangramiento.
Violas eléctricas
que no se detienen
ni aunque la audiencia
tire sillas
escupa.
No hay fuerzas
No hay energía
para que la saliva
emprenda vuelo.
No hay saliva
No hay boca
Ergo: no hay palabras.
La verborrea prosaica
al exprimir lenguas traposas.

LaMonte Young tortura
a sus discípulos
y los obliga a mantener
la misma nota
el mismo tono
por horas, por días
por años fraccionados
en segundos
hasta que la náusea
ahogue los tímpanos.
Todos lo han abandonado.
Es el teatro de la música eterna
la misma que hace
trizas los oídos
periódicamente
con una furia exacta
y mecánica,
como las palabras
que escribo
sobre el cielo raso
para consolarme
ante la improbable
promesa del paraíso.
Este desasosiego
busca fundamentos
en los recónditos dolores
que lentamente van torciendo
la pureza de las ideas.
Tell me the plot
of this movie.
“Mi reino dodecafónico
por una hoja de ruta”
El ruido blanco
El ruido blanco
resuena en oídos moribundos
y desorbita
los ojos espías
Es sólo el lastre
que se roba
la carrera
Un motor
que no mueve
ni es capaz de mover
a ninguna máquina.
El sueño del humo
emana de los tubos de escape
en el cementerio
de automóviles.

*agradecemos al autor por su autorización para la publicación de este texto.

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