diciembre 20, 2005

Tres textos de C.Brodsky*


Las puntas de las cosas
en la punta del iceberg que Chile expuso en Sevilla hace más
/de diez años se puede ver aún la bicicleta
en que recorrió Latinoamérica el grupo de estudiantes
/de la facultad de arquitectura
de la universidad católica de Valparaíso en los años sesenta

en la punta de la bufanda medio tiesa por los mocos y el alcohol
/se pueden ver todavía los codos gastados
de Teillier en invierno con un resfriado de puta madre
/aguijoneándole los pulmones en la Unión Chica y de rebote
se puede ver a Esenin y a Maiacovski en la punta de una Rusia
/que ya nunca nunca más fue ni será Rusia
porque fue y será para siempre la Unión Soviética
/para todos los bolcheviques en remojo que pueblan el mundo

en la punta de las multitudes silenciosas
/pero enojadas de nuestro país se puede ver todavía la comilona
que empezó hace más de cincuenta años Pablo de Rokha
/y donde comieron
todos sus hijos suicidados y él mismo que a punta de balazo
/se puso en orden
como muchos otros poetas que se desquiciaron
/cuando vieron el brillo de la palabra a contraluz

en la punta y a lo largo de la misma palabra se puede divisar todavía
/el perfil inconfundible de Enrique Lihn
tomándose un vaso largo de vino en el Rolo’s Bar
/de Vicuña Mackenna con Irarrázaval
a sólo pasos cuadras siglos de su departamento en calle Passy

en la punta del columpio que nunca falta en cada plaza de este pueblo
se pueden ver todavía los niños que ahora o en veinte años más
/da lo mismo
aprenderán en sus libros escolares sobre las puntas del iceberg
/las bufandas
las multitudes enojadas las palabras
y la Unión Soviética que es ya parte del pasado de todos
/los bolcheviques en remojo
que poblamos el mundo

y así sucesivamente en todas las puntas de las cosas se podrá ver
/como siempre estarán los que tienen que estar
en las puntas de las cosas afirmando
lo que está justo debajo de las puntas de las cosas de este mundo.


A la manera de rimbaud
en el amplio espacio entre mis dedos de acrílico
se desarrolla la historia del mundo:

me puedo perder
partir para siempre entre mis propios nudillos

y en ese hilito de sangre
que nace en mi anular izquierdo
navegar hasta el África y olvidar a los hombres

a la manera de Rimbaud.


A los pies de estos maderos carcomidos
Nunca he descendido de los barcos que trajeron navegantes
/de otras tierras
éste ha sido el único bajel que he tripulado
y a los pies de estos maderos carcomidos
la vida se me ha ido de los ojos

Nunca he regresado de otra guerra que la guerra misma
mis Ítacas son pueblos chatos bajo el peso de la noche
la pobreza y el abismo
y el atravesar sus rieles por la madrugada ha sido
mi único retorno

Nunca he descendido de otros barcos que no sean
los que atracan en los puertos de Santiago
y a los mástiles mayores de estos barcos
he amarrado mis pellejos y clavado mis banderas

Nunca he respirado el aire presuroso de las naves en el mar
y el mar ha sido en mí desdicha y muchedumbre
/con las velas desplegadas

A las manos llevo unidos los timones de las lanchas
navegando en círculos concéntricos, perdidas

A los pies las velas de los bergantines
que mañana encallarán en estos bancos
de barro, humus maloliente
del que están hechas las costas de mis islas


*más textos del autor en Las puntas de las cosas.

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